La crisis está
siendo un buen instrumento para que algunos se forren a costa del sufrimiento y
de los apuros de la inmensa mayoría. También está sirviendo al Partido Popular
y al alcalde de la derecha de Sevilla, para engañar a los ciudadanos y
ciudadanas prometiendo la creación de puestos de trabajo en forma de milagros
que deja en manos de la suerte o del mercado.
Lamentablemente,
ni la suerte ni el mercado se ocuparán de combatir la crisis.
Y, entretanto,
demagogia a raudales hasta convencer a las víctimas de la crisis para que
comprendan –y aún apoyen- a sus autores y a los cómplices políticos necesarios.
La batalla de las ideas, lo que nosotros llamamos “la lucha de clases”, también
tiene reflejo en los presupuestos sevillanos para 2012. Puede que a algunos
esta música les suene a rancio mensaje, pero por mucho que se critique al
mensajero, no se podrá cambiar esta cruda realidad y, entretanto, seguirá
creciendo el desempleo. Las paradojas de este engañoso sistema.
Por los
contenidos y por las propuestas, que habremos de pormenorizar con más detalle,
Zoido insulta a los más de 85.000 desempleados y desempleadas con un
presupuesto en el que si algo brilla por su ausencia son las políticas
generadoras de condiciones para el empleo. Se utiliza un subterfugio para dejar
que sean otras administraciones las que se hagan cargo de la formación e inserción
para el empleo, materia claramente municipal, así como se inutiliza la potencia
de Sevilla Global para intervenir sobre la economía sevillana.
Zoido, el
candidato, prometió ser el alcalde del empleo. Zoido, el alcalde, no es más que
un fraude que defrauda a la gente sencilla y encima les pide comprensión a sus
políticas.
Por lo demás,
ni cuadran las cuentas, porque supone que venderá patrimonio municipal para
hacer caja, mientras que deja de ingresar, por ejemplo en TUSSAM, más de 8
millones de euros al regalar viajes gratis a las pensiones más altas, al tiempo
que amenaza con reducir a los trabajadores el 5% de sus salarios.
Zoido y su
cuchipandi andaluza y estatal, son la terna de la desigualdad, de la injusticia
social y del paro.
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