domingo, 20 de mayo de 2012

El año en el que Sevilla no cambió

José Antonio Carrizosa | 
 
TENGO escrito en esta misma página, hace ya casi un año, que Sevilla había tenido suerte en las elecciones municipales del 22 de mayo de 2011. La había tenido porque arropó con un respaldo absolutamente mayoritario a un candidato a alcalde que había logrado generar en la ciudad una ilusión sin precedentes, hasta el punto de que un enorme número de votantes que nunca se habrían situado en la derecha abandonaron prejuicios ideológicos y le dieron su apoyo. Sevilla estaba sin pulso y casi en encefalograma plano. La ilusión de que las cosas podían cambiar y podían hacerlo a mejor se llamó entonces Juan Ignacio Zoido, que recibía de los sevillanos el mandato de romper con el modelo de ciudad de la coalición PSOE-IU, que había cometido demasiados errores en su larga permanencia en el poder y que salía abrasada por la crisis. Zoido sintetizó muy bien todas aquellas expectativas en dos etiquetas que hicieron fortuna: "Cambiar Sevilla" y "El alcalde del empleo".

El año empezó lleno de bríos rupturistas con las derogación por las bravas del Plan Centro, gracias al poder absoluto que le daban sus veinte concejales, y ha terminado con la tontuna incomprensible y frívola del festival de la canción que han llamado Operación Talento. ¿Y en medio? El alcalde está convencido de que mucho y muy bueno hasta el extremo de no dudar en otorgar a su gobierno una matrícula de honor. Pero no creo que la ciudad tenga esa misma percepción, por más que el alcalde siga teniendo crédito entre sus vecinos. La duda es hasta qué punto ya lo ha perdido. Se ha demostrado en las dos últimas elecciones y es perceptible en la calle.

Zoido, ciertamente, no lo ha tenido fácil y, como sus antecesores, está sumido en el terremoto de la crisis. Pero incluso con todos los condicionantes en contra que se quiera, la gestión del alcalde en este primer año ha sido plana y sin especiales brillos. Ni Sevilla ha cambiado -empeño en el que el propio Zoido reconoce sus dificultades- ni es el alcalde del empleo -porque no tiene competencias para ello- ni ha logrado traer grandes proyectos de inversión: ahí sigue empantanado con Ikea, por no poner más ejemplos.

¿Y qué es lo que ha habido? Sin lugar a dudas un más que encomiable esfuerzo de austeridad dictado por la situación general del país. El Ayuntamiento funciona con muchos menos medios y se han optimizado recursos. Aparte de eso, mucha culpa a la herencia recibida y mucho esfuerzo por llevar a Javier Arenas a San Telmo. En esa clave se ha gobernado y la duda es si el alcalde tenía un Plan B para el caso, que finalmente se ha producido, de que tras el cambio nacional y municipal el autonómico no llegara. Le quedan tres años por delante, que es mucho tiempo para hacer cosas. Para demostrar que a pesar de las dificultades económicas el Ayuntamiento sí puede señalarle a la ciudad por dónde van los caminos del cambio y la recuperación. En este primer año el alcalde no ha tenido prácticamente oposición, ni política ni ciudadana. Estoy convencido de que no va a ser así en el tiempo que le queda en la Plaza Nueva.

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