jueves, 26 de julio de 2012

Zoido condena a la piscina municipal del Centro Deportivo San Pablo a una eterna clausura


El mal estado en que se encuentra la piscina de 50 metros del Centro Deportivo San Pablo fue durante el pasado mandato uno de los argumentos más recurrentes utilizados por Juan Ignacio Zoido para arremeter con dureza contra el Gobierno local de entonces.


El hoy alcalde denunció en más de una ocasión los perjuicios que el cierre de esta instalación suponía para la ciudadanía. Y, no sólo eso, sino que desde la oposición y también en campaña no se cansó de asegurar, por activa y por pasiva, que si ganaba las elecciones llevaría a cabo las reformas necesarias para lograr su apertura.


Sin embargo ahora, ironías del destino, Zoido ya no parece dispuesto a cumplir esta promesa, tal y como ha quedado acreditado tras la renuncia del Instituto Municipal de Deportes (IMD) a una subvención de 800.000 euros concedida por la Junta de Andalucía al Ayuntamiento para la construcción del cubrimiento de este equipamiento.



La no aceptación de dicha ayuda, que Izquierda Unida había conseguido para la ciudad a través de su acertada gestión, evidencia a las claras el carpetazo que el PP se ha propuesto dar a la reparación de esta importante piscina, condenándola en la práctica a una eterna clausura y, privando, como consecuencia de ello, a miles de sevillanos y sevillanas de su uso y disfrute.
Resulta llamativo que un Gobierno que ha hecho de la confrontación con la Administración autonómica su auténtico leitmotiv se permita el lujo de rechazar con tanta ligereza una subvención de ese calibre, que no puede más que implicar resultados positivos para Sevilla.
La decisión, desde luego, cuesta trabajo entenderla, sobre todo, viniendo de quien, un día sí y otro también, no deja de exigir dinero o de culpar de sus males a la Junta, a la que continuamente se encomienda, ya sea para excusar su incapacidad a la hora de poner en marcha las escuelas taller y talleres de empleo, ya sea para justificar despidos o recortes en la plantilla de trabajadores sociales que desempeñan su labor en zonas desfavorecidas de la ciudad, o ya sea para no asumir el fraude y el fracaso que, en términos económicos, ha significado la celebración de la final de la Copa Davis para las arcas del Ayuntamiento.

Pero lo que ya clama al cielo es que, encima, la actual delegada municipal de Deportes, María del Mar Sánchez Estrella, tenga el atrevimiento de responsabilizar a Izquierda Unida de la renuncia del PP a recuperar este espacio ideal tanto para el ocio como para la práctica del deporte o la realización de cualquier tipo de terapia acuática.

Sánchez Estrella miente descaradamente cuando afirma que “IU no emprendió ninguna intervención al respecto ni acometió obra alguna en San Pablo”.
Pues bien, ante tamaña falsedad, conviene empezar recordando que esta piscina de 50 metros se cerró en su día por orden del Jefe del Servicio de Obras del IMD –no por capricho de ningún partido político– debido al riesgo que su mal estado entrañaba para los usuarios. Y que fue con Izquierda Unida en el Ayuntamiento cuando se contrató y elaboró tanto el proyecto básico como el de ejecución de la nueva piscina (vaso, playa, cubierta y vestuarios) y cuando se impulsó y firmó un convenio de colaboración con la Junta de Andalucía para que ésta financiase la mitad de los trabajos con una subvención de 800.000 euros.

Por contra, el PP no ha hecho nada sobre esta inversión, ni sobre ninguna otra, y desde que entró en el Gobierno municipal ha dejado pasar los plazos sin tramitar ni gestionar nada ante la Administración autonómica, abandonando el proyecto.

Tampoco es cierto que no actuáramos en el Centro Deportivo San Pablo, como sostiene Sánchez Estrella. Basta remitirse a los hechos para comprobar que, sólo en este recinto, durante el último mandato se efectuó la remodelación del Palacio de los Deportes, la instalación de césped natural en el campo de rugby, la habilitación de tres pistas de pádel y una más de atletismo, la construcción de un rocódromo, la puesta en marcha de un gimnasio, la reforma integral de la piscina de 25 metros (vaso y cubierta) y el nuevo cerramiento.
No es poca cosa, sobre todo si lo comparamos con los paupérrimos resultados que el PP puede exhibir hasta el día de hoy en esta materia. Por eso creo que la delegada del ramo debería contar hasta diez antes de volver a hacer el ridículo, al intentar criticar con tanta desfachatez y pobreza argumental la gestión desarrollada por IU al frente del IMD.

Porque, insisto, la realidad es que el PP se comprometió en campaña a levantar un sinfín de nuevas instalaciones deportivas por los distintos barrios de la ciudad, pero cuando ha llegado al Gobierno no ha presupuestado un solo euro ni para el mantenimiento de las que ya existían ni para la ejecución de las prometidas.

Con estos antecedentes, uno se cuestiona cómo es posible que el PP siga pretendiendo dar lecciones a la fuerza política que ha sido capaz de acometer la mayor apuesta inversora deportiva en la historia de la ciudad de Sevilla. Y que sólo en el último mandato realizó, entre otras actuaciones, 22 campos de fútbol de césped artificial, 3 pabellones polideportivos, 3 piscinas cubiertas, 12 pistas de tenis, 4 multiusos, 35 de pádel, 7 de petanca y una de atletismo, además del cerramiento de 7 instalaciones y la construcción de 2 rocódromos, un circuito de automodelismo, un centro de artes marciales y una residencia para deportistas.
La verdad es que llueve sobre mojado, pues el episodio de la renuncia a reformar la piscina grande de San Pablo no es más que el último despropósito consumado por un Gobierno local entregado a la privatización de los servicios municipales, a los recortes y a los despidos, algo de lo que no escapan las políticas deportivas, como están comprobando en sus carnes los sevillanos, en general, y el tejido asociativo del deporte de base, en particular.
Eso sí, para despilfarrar los recursos públicos en la organización de eventos deportivos elitistas, como la final de la Copa Davis, sí parece que hay tiempo y dinero, aunque la broma le cueste luego a los ciudadanos una deuda de un millón de euros. Y yo me pregunto: Puestos a gastar, ¿no hubiera sido mucho más útil, razonable y justo haber invertido esa cantidad en arreglar la piscina de San Pablo, al tratarse de una obra muy demandada por los sevillanos y cuya rentabilidad, en término de cohesión social y territorial, está más que garantizada?.
Antonio Rodrigo Torrijos

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