El acto de presentación de esta revista, que contó
con la participación de Felipe Alcaraz, se convirtió en una reivindicación de
la sátira y del sarcasmo como herramientas fundamentales para la transformación
social y política
La
presentación de la revista satírica Mongolia
en Sevilla se saldó finalmente con un enorme éxito de público, gracias, en gran
medida, a la publicidad gratuita que previamente el alcalde de la ciudad, Juan
Ignacio Zoido, se había encargado de proporcionarle al evento a través de su
cuenta en twitter. No en vano, los comentarios realizados por el primer edil (o,
en su defecto, por su responsable de comunicación) en esta red social, en los
que arremetía contra el cartel anunciador del acto, tildándolo de “ofensivo
para los sevillanos” por el simple hecho de que en él apareciese la imagen de
la Virgen de la Macarena, había desatado la polémica con anterioridad, amplificando
su resonancia y alimentando la curiosidad y la expectación en torno a esta
actividad.
Lo cierto es
que tal inesperada e impagable campaña de márketing desbordó las previsiones más
optimistas de los organizadores, traduciéndose en un lleno absoluto de una sala
con capacidad para 110 asistentes. Además, medio centenar de personas siguieron
el acto en un anexo con pantalla dentro de la Casa de la Provincia, mientras
que otras 30 tuvieron que quedarse fuera por problemas de aforo.
Parece claro
que los autores de esta revista satírica no habían calculado una respuesta de
ese calibre ni en sus mejores sueños. De ahí los sinceros agradecimientos que
durante buena parte del espectáculo dedicarían, socarronamente eso sí, al
alcalde, a quien incluso llegaron a proponer como community manager de la publicación.
Sea como
fuere, la convocatoria terminó convirtiéndose en una defensa encendida de la
sátira como herramienta de denuncia y de compromiso social en los tiempos que
corren. Así, el veterano dirigente comunista Felipe Alcaraz, presentador del
acto junto a la ya ex concejal del PSOE, Mercedes de Pablo, no dudó en
reivindicar la necesidad de este género, que definió como “la ternura de la
desesperación y de la indignación”.
“¡Mongoles del
mundo, uníos... porque hay que dar una batalla muy importante por la parodia!
exclamó Alcaraz, contagiado de la comicidad que reinaba en el ambiente. Y es que, en su opinión, España siempre fue un
país donde “nunca se encajó bien el humor” y en el que “hace mucha falta el
sarcasmo”. Por eso, el proyecto Mongolia representa,
a su juicio, “un carnaval muy interesante”, capaz de decir cosas que otros
medios no saben o no pueden decir en “un momento en el que todo es mercado”.
El ex
secretario general del PCA felicitó a los trabajadores de esta revista por atreverse
a mostrar “la cara oculta de la realidad oficial” y contrapuso su agudo e
hilarante sentido de la crítica a ese “periodismo-felación” que,
desgraciadamente, impera hoy en el panorama mediático y que tan bien
ejemplificó reciente y cortesanamente el señor Jesús Hermida con su ya famosa entrevista
al Borbón.
Tampoco rehuyó
Alcaraz la absurda controversia originada por el cartel de la Macarena.
Episodio que, según expuso, ha servido para que nos enteremos de que “la virgen
tenía dueños”, algo –aseveró-- que ya intuyó el gran poeta comunista Rafael
Alberti cuando, allá por el año 1978, osaba dedicarle unos versos en los que la
llamaba “camarada”, suscitando la discordia entre los sectores más
conservadores de la ciudad.
Minutos antes,
Mercedes de Pablo se había referido también al asunto, asegurando que “Sevilla
no es propiedad de quien se arrogue su nombre, ni está ajena al respeto, ni a
la apertura de mentes, de miras y de corazón”. Tal vez resulte “contradictoria”,
producto de su historia barroca –reconoció--, pero nunca “pacata, cerril ni
ignorante”, para sentenciar que “se equivoca quien tiene la llave de la ciudad
y cree que puede cerrar la puerta”.
Por lo demás,
el acto consistió en una sucesión de gags,
de alto voltaje político y social, que arrancaron las carcajadas de los
presentes, entre los que se encontraban los concejales de Izquierda Unida,
Antonio Rodrigo Torrijos y Josefa Medrano.
Con el sano pretexto
de dar a conocer la revista, los autores aprovecharon la oportunidad para repasar
-a su manera- la actualidad, sin dejar títere con cabeza, por supuesto. Los
escándalos de la familia real o las corruptelas inherentes al poder político,
la Iglesia y la banca fueron, sin duda, los principales blancos de los mordaces
comentarios de estos irreverentes periodistas e ilustradores sin pelos en la
lengua.
Quizá ahí
resida, precisamente, el éxito de esta publicación, que gana adeptos por día:
en saber combinar la información con la sátira en un país donde “cada vez somos
más los que estamos hartos”. Así lo admitía el propio editor de la revista,
Gonzalo Boye, tras advertir de que “detrás de esos chistes hay mucho de
cierto... y eso es lo triste”.
Al menos,
trabajo y fuentes de inspiración no le van a faltar a estos cachondos a la
vista de cómo se halla el patio. En
Sevilla, desde luego, merced a la torpeza tecnológica de @zoidoalcalde (y muy a
su pesar), los mongoles no son ya
unos desconocidos. E incluso hay miembros del PP a los que sí les consta su
existencia.
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